viernes, 27 de enero de 2012

CÓMO SABER SI TIENES BUEN SEXO

Si tus días transcurren y de pronto te acuerdas de que te toca sexo, mala señal.

Si tienes pareja y piensas: - llevamos tiempo sin hacerlo, ya toca -  mala señal.

Si no tienes que contenerte cuando la ves pasar, mala señal.

Si estás solo en casa y de pronto te asalta un pensamiento impuro que intentaras ejecutar la próxima vez que le pilles, estás en el buen camino.

Si alguien te habla de algo erótico que desconocías y piensas: 

- En cuanto llegue a casa yo lo pruebo - creo que puedo atreverme a decir, que tienes un buen sexo.

Si estás comiendo con tus padres y un gesto suyo te provoca una erección, no lo dudes, es la mujer perfecta para ti.

Si solo pensar en él o ella, desnudo e indefensa, con su voluntad quebrada por el deseo, sin fuerzas para resistirse a ti, si solo con imaginarlo tienes la necesidad imperiosa de desahogarte sola o solo, purgarte el deseo para poder continuar tu jornada laboral: 

¡NO BUSQUES MÁS, ES ÉL, ES ELLA!

Si los inconvenientes se acumulan y aún así, solo él es el centro de tus fantasías.

Si tienes ganas de olvidarlo pero no puedes, porque lo imaginas acercándose a ti con ojos de burro, con la lengua sucia, con imaginación suelta y arrebatadoramente sexy. 

Si te impacienta y te dan ganas de mandarla callar cuando dice cosas interesantes.

Si sus gestos, sus sonrisas hacen que no escuches el sonido de su voz.

Si solo ves los movimientos de sus labios, de su lengua, el brillo de sus dientes, la humedad de sus encías.

Si todo eso te ocurre, vas cuesta abajo y sin frenos, estás perdío o perdía por él o ella.

Hablan y hablan, beben y ríen, y sus sexos se humedecen aunque saben que no seguirán adelante, hoy no, ya no. 

Ya encontraron sus futuros en otra parte. Ya tenían relaciones más razonables, la vida hecha, las cosas normalizadas.


Los años habían pasado, llenos de experiencias para ambos. 

Encontraron algo parecido a lo que tenían, pero con las personas adecuadas. Con el beneplácito del mundo, sin tener que dar explicaciones a cada momento, de el porqué de lo suyo.


Pero aquel día, se volvieron a cruzar. En sus vidas siempre el peligro de su deseo mutuo. Una sola noticia del otro, les hacía despertar a los instintos más ocultos. Pero a su lado estaban, estaban acompañados y sus fantasías ejecutaban con ellos, engañando solo en pensamiento. 

Con la moral tan recta, no podían permitirse ningún desliz.


Esa tarde, todo transcurrió ente dos amigos inseparables, que conectaban y eran capaces de contarse cosas que no contarían a nadie.


-    Ni yo lo sabía antes de contártelo.
-    Cuenta, cuenta.
-    ¡Cotilla!


Y sin darse cuenta, cada vez están más cerca. Y sin darse cuenta cada vez la cosa más caliente. Y sin querer, sin poder, ella le toca el pelo de nuevo.


-    Sigues necesitando un buen peluquero, no me gusta este corte.
-    Pélame tú.
-    No puedo, ya sabes que no puedo, tocar tu pelo.
-    Y yo, ¿puedo?
-    ¿El qué?
-    Tocar tu pelo.


Acerca su mano por la espalda y le pega un tironcito de las puntas de su cabello.


Ella se estremece.


-    No puedes no, no, no, no, no me toques el pelo -  ya está hecho.


Se rinde y le besa el cuello. Se rinden y se rinden y comienza el juego. De tiras y aflojas:


-    Suéltame.
-    No quiero.
-    Déjame tranquila, suelta mi pelo.
-    Tú te callas.
-    Si no puedo decir nada
-    Por si acaso.
-    ¡Ay!, suéltame que no puedo más.
-    Si tiro flojito, apenas un tironcito.


Ella lo mira con el miedo de la que traiciona sus valores. Él la mira sabedor de que esa noche, meterá la pata y algo más.


Y se besan y se abrazan y sus respiraciones aceleran.

¿Qué tiene él? ¿Qué tiene ella?

Que veneno tan fuerte, que droga más duradera.


Pasaron los años sin tomarla y siguen las ansias. Se dan cuenta de que comieron porque hay que comer y ya está. Y en un momento todo arde, la chimenea y sus cuerpos y desnudos frente al fuego se preguntan ¿Porqué lo hacemos?


-    ¡Para, para! No sigas, vete ahora mismo de mi casa.
-    ¿Me voy? Si me lo pides me voy.
-    Te lo pido.
-    Me voy.


Y al separarse solo un metro, los cuerpos se lanzan de nuevo, y se desnudan deprisa, para evitar arrepentimientos, no necesitan estimularse, llevan soñándolo mucho tiempo.


Y se insultan por el tiempo transcurrido, comiendo de otros cuerpos, de otros senos, de otros sexos, de todo buscaron sin encontrar eso, eso que tenían desde el principio sin saberlo.


Y se aman y se aprietan y se arrancan el alma a mordiscos y se quedan rendidos, dormidos.


Todo terminó por fin.

¡Qué no vuelva a ocurrir!

LVM

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