jueves, 19 de enero de 2012

LA RABIA DE VERLAS LEVANTAR LA CABEZA

Antes las miraba de lejos, desde fuera del círculo, desde la butaca del teatro, desde la distancia. Pero cuando una mujer decide romper su matrimonio, desde ese momento pasa al escenario. Puedes estar allí poco tiempo, solo hasta que se le pase la rabia, o como mi paisana, hoy la mató hoy su exmarido. Después de dos años, aún estaba en la cuerda floja.

Él seguía pensando que era suya, que ningún hombre podía tocarla. Que nadie tiene derecho de quitarle lo que es suyo. Es tan bonito cuando te dicen “eres mía”, tan romántico cuando es solo en sentido figurado.

Pero ellos piensan eso en serio y creen que son suyas como se es dueño de un perro.

Si empieza a dar problemas, lo mejor es sacrificarlo.

Están en su derecho, ¡para eso son los dueños!

Aunque pase el tiempo, siguen pidiéndole cuentas con la excusa de buscar el bienestar de sus hijos. Piensan que ningún hombre puede entrar en su casa, porque sigue siendo su casa y sus hijos, y sobre todo ella, sigue siendo suya. Solo hacen justicia, es lo que piensan.

Es increible, como distorsionan la realidad, hasta ponerla a su favor. Todos pueden ver otra cosa, pero él solo ve el demonio endemoniádo que lleva dentro y que le hace hacer esas cosas. Solo tendrá que decirle al juez que escuchó voces, que le dijeron que lo hiciera y reducirá su condena por enajenación mental. O que ese día tomó drogas, o que estaba borracho, todo eso son atenuantes.


Y cuando ellas levantan la cabeza, recomponen su cuerpo y su alma, se apodera de ellos la rabia. Ellos si tienen derecho, a rehacer su vida, es natural, no van a estar solos, solos no se apañan.

Ninguna podemos decir que no tenemos miedo, seríamos necias. El miedo es un sentimiento humano tan digno como la valentía. La tristeza es necesaria, tanto como la alegría. No somos máquinas, aunque a veces lo parezcamos, aunque a veces intentemos aparentar ser felices.

Tenemos derecho a ser cobardes.

Solo hay que saber, que por encima de este derecho hay otros más fundamentales. El derecho a la dignidad, al respeto, a la libertad, a ser feliz no solo a parecerlo, a descansar, a ser humana, el derecho a ponerte mala.

Hoy murió una paisana, otra más que se suma y siguen, no quiero saber si tenía hijos, no lo se cuando escribo. No me imagino su desamparo, no quiero imaginarlo, no quiero ni pensar en el dolor de su madre, yo tengo dos hijas, puede tocarme.

Esto es así, no valemos nada, aunque quieran aparentar políticos y justicia, que hacen algo para evitarlo, la realidad es que el engranaje es tan pesado, que las mujeres son el aceite que se escapa por todos lados.

La propuesta de este enlace, es una locura, pero podría conseguir el desarme de esta banda terrorista, no organizada. Esta lacra disgregada que sangra a nuestra sociedad, hombres y mujeres, como se sangra un cochino para hacer morcillas. Poco a poco, para que salga todo.


Solo se, que al confeso, el castigo que le espera, no se igualará nunca, con el de ella. Si yo tuviera esa bala hoy, para tí sería y si alguien no tienes valor para dispararla, que me pase la suya, que yo sabré con quién utilizarla.


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